La marca Toni Garsi que se elabora de forma artesanal y ecológica en Villajoyosa, esconde una apasionante historia sobre la larga tradición chocolatera de esta población, incluyendo a protagonistas propios de una novela.

Apostamos por productos saludables hechos a un paso de nuestra casa, naturales, ecológicos y de calidad. Por eso, reconocer la labor de nuestros proveedores es otra forma de celebrar nuestro 40 aniversario.

En esta ocasión, coincidiendo con el Día Mundial del Cacao, le hemos pedido a Toni Garsi que nos relate algunas pinceladas sobre el pasado de su marca, a fin de conservarla en nuestro blog.

¡Muchas gracias por colaborar con La Tienda Amarilla!

En 1748 se introdujo el cacao en Villajoyosa, gracias a la ruta marítima Marsella-Alicante. Así, un grupo de comerciantes franceses burló el monopolio español del comercio con América, proporcionando todos los ingredientes a las casas de Villajoyosa donde se elaboraba el chocolate.

Con el paso de los años las fábricas crecieron y las familias chocolateras se independizaron de los comerciantes. En 1858 habían veintidós piedras de hacer chocolate en Villajoyosa, cinco años más tarde serían treinta y ocho.

Pedro Lloret Esquerdo, era un humilde agricultor de Villajoyosa que a principios del siglo XX se enroló en la marina mercante inglesa con el fin de ganar un dinero y así comprar una fábrica de chocolate. Arriesgó su vida y naufragó dos veces, a causa de los bombardeos alemanes de la guerra del 14. Milagrosamente se salvó y alcanzó su sueño.

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En 1936 Francisco Garcimartín fué evacuado de Madrid cuando sólo tenia siete años. Huyendo del hambre, la miseria y los tiros de la guerra civil se refugió en la fábrica de “El Tio Pere El Gall.”

Allí aprendió un oficio al que dedicó su vida. Garcimartín será conocido en la Vila como “Paco el Gallo, el Xocolater.” Paco hacia todos los trabajos del chocolate con sus manos, desde tostar el cacao hasta ir a repartirlo en bicicleta pueblo por pueblo.

A principios de los 80, Toni Garsi salía del colegio corriendo a la fábrica de su padre para llenar cajas de chocolate. Los jueves por la tarde llenaba la furgoneta con las cajas que él y su padre repartían el viernes por los pueblos de las comarcas de La Marina, Murcia y La Mancha.

Con el ocaso del siglo XX, en los 90, el sistema de producción industrial de alimentos y la distribución en grandes superficies terminaron con la fábrica de Garcimartín. El sueño de El Tio Pere se truncó.

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Una vez cerrada la fábrica, Toni se marcha a las montañas y allí encuentra a los pastores. De ellos aprende las bases de la agricultura mediterránea y conoce los mejores vinos y aceites de nuestra tierra.  Así empezó la aventura de los alimentos saludables, ofreciendo a sus amigos aceite, vino, pan, miel, huevos y hortalizas. De este modo, sucedió que un amigo chocolatero le pidió que cada semana le trajera pan y vino. Un día al entregar el pan y el vino, el amigo le regaló una bolsa de almendras tostadas y otra de cacao en polvo y le dijo: 

“Esto es lo tuyo, mira a ver qué puedes hacer.”

Sorprendido, llevó las almendras a casa de su padre que al verlas sin pararse a pensar le dijo: “mañana vamos a la casita, allí tenemos el mortero y hacemos el turrón.”

El turrón gustó mucho y todos le pedían que hiciera más y más. Un día Toni pensó: “si tengo almendras y azúcar… Solo me falta el cacao y puedo hacer chocolate.”

 Por fin, Toni se reencontró con su oficio y con la tradición del chocolate de Villajoyosa.

En 2015 Toni Garsi recuperó su oficio familiar elaborando chocolate con ingredientes ecológicos: panela, cacao de República Dominicana y almendras de las montañas de Alicante.

Buscando siempre los mejores ingredientes, con una frase muy presente que jamás olvidara y que su padre le repitió miles de veces:

Hi ha que fer el xocolate bo!

(Hay que hacer el chocolate bueno)